miércoles, 2 de julio de 2014

I

Ayer estuve en casa de Marta. Habíamos quedado para pasar el sábado juntas: folleteo, comida y cine. En tema folleteo el plan era primero ducharnos para estar bien limpitas, y luego, tachán tachán: lamernos el culo.

Llegué a la hora y me abrió desnuda, recién salida de la ducha con el pelo mojado y el cuerpo a medio secar.

(M)-Hola, puta.
(V)- Hola, guarrilla.

Cerró la puerta y nos comimos los morros.

(M)-Si te quitas la ropa y pasas a la bañera, te doy una ducha.

Me enjabonó el cuerpo entero con las dos manos mientras charlábamos, de cómo nos había ido la semana, de qué echaban en el cine... Me lavó el pelo con champú, me enjabonó la nuca, las axilas, las tetas, el coño, los pies, el culo, deteniéndose en él, metiéndole un dedo y frotando, aclarándolo varias veces y volviendo a enjabonarlo mientras yo le preguntaba qué había hecho para comer.

Puso el grifo en frío y lo abrió al máximo de presión para quitarme el jabón con un buen manguerazo de agua helada y luego me secó con una toalla de la cabeza a los pies.

Salí de la bañera y le dije, mientras extendía la toalla mojada en el suelo y me tumbaba en ella boca arriba:

(V)- Martita, cerda... Tengo que entrar en calor.

La miraba sonriendo desde el suelo, con las piernas abiertas, y ella de pie delante de mí.

(V)- ¿No tendrás nada caliente que me puedas echar por encima? Para... quitarme el frío.
(M)-Pues... mmmh... se me ocurre algo...

Mientras se colocaba encima de mí, de pie, con un pie a cada lado de mi cuerpo, apretando ligeramente contra mis costados, y yo abría más las piernas y me frotaba el coño con la mano derecha y con la izquierda sujetaba su pierna justo por debajo de la rodilla.

Sonreíamos las dos.

(V)-Dale, Marta. Soy tu orinal.

Empezó a mearme y solté su pierna para restregarme con la mano por todo el cuerpo lo que estaba cayendo a chorro en mis tetas. Desde luego había entrado en calor y gemía mientras con la mano derecha me metía dos dedos en la vagina y con la izquiera esparcía la orina de marta sobre mí.

Después de mear se puso en cuclillas, acercó el coño a mi boca y me acarició la nuca con la mano. Le lamí el coño para limpiarla, cuidando de coger con la lengua todas las gotas que brillaban en sus pelos. Pegó el coño a mi boca con fuerza, lo frotó por mi cara: de la boca a la frente, de la frente a la boca, varias veces, y luego, apretándolo fuerte contra mi piel y frotándose, fue bajando por mi cuello, mis tetas, mi vientre... Se puso de rodillas entre mis piernas, empezó a lamerme la mano con la que me masturbaba, luego frotó su cara contra el interior de mis muslos, luego me sacó la mano del coño y empezó a comérmelo a sorbetones mientras yo le agarraba el pelo y le arañaba la cabeza hasta que me corrí.

Me puse de pie y Marta me secó el pis con la toalla.


(M)-¿Te apetecen un vermut y unas aceitunas?
(V)-Venga.

Y fuimos a la cocina.

II

Marta puso hielo en los vasos, cortó unas rodajas de limón y sirvió dos vermuts. 

sábado, 1 de febrero de 2014

*I


Durante el desayuno hablamos, mucho. Sobre todo, de las cosas que nos gustaban y que teníamos ganas de hacer juntas. Además de las que habíamos hecho por la noche, otra de las cosas que ya os imagináis que nos gusta es contarlo, así que empezamos a escribir lo que habíamos hecho por la noche el día antes, que es lo que habéis leído hasta ahora en el blog. E hicimos una lista de cosas divertidas, que todavía es pequeña, pero crecerá. Y lo que hagamos os lo cuento.

Una de las cosas que nos gustan es estar en pelotas. Aunque no sea para follar. Fregar los platos de la cena en pelotas con Marta al lado sin nada de ropa bebiéndose su café me gusta, me gusta mucho. Y es lo que hicimos.

Por el día solemos tener cosas que hacer, como todo el mundo, y no creo que os interesen. Pero volvimos a quedar dos días después y eso seguro que os va agustar leerlo.

*II

Esta vez sabíamos a lo que íbamos, y no quiero decir “sabíamos que íbamos a follar”, que también. Íbamos a tachar una cosita de la lista: queríamos, deseábamos, nos moríamos de ganas por mearnos en los pantalones. Y en las bragas, y en la falda, y en todo. El plan era beber mucha agua y mearnos muchas veces, así que compramos varias botellas de agua mineral para hacerlo en plan pro: si vamos a pasarnos la tarde bebiendo agua por litros, mejor que seapa buena.

Os dije que nos gusta estar en bolas, así que cuando vino Marta yo ya estaba como Dios me trajo al mundo. Picó al timbre, le abrí la puerta y ahí mismo en el rellano le dije:

(v)-¡Hola!¿No tienes calor? Aquí dentro hace calor, mejor que no entres tan abrigada, ¿sabes?... mejor... me vuelves a picar cuando estés, porque sólo de pasar un segundo en este horno vestida como un esquimal te me vas a derretir.

Y le cerré. Me quedé con la espalda contra la puerta y volvió a picar. Tenía toda su ropa en las manos, hasta las bragas y las zapatillas de deporte.

(v)-Así ya creo que puedes pasar. ¿qué tal?

Así como estábamos fuimos a la cocina, nos preparamos un té y estuvimos tres cuartos de hora charlando sin más, como siempre, pero esta vez desnudas. Hasta que nos entraron ganas de ir al baño. Y empezamos a beber agua, para tener más ganas aún. Bueno, de ir al baño no, fuimos al dormitorio y abrimos el armario.

*III

Saqué todas las braguitas que tenía, todos los pantalones, y todas las faldas y los puse en un montón encima de la cama. Luego cogí el cesto de la ropa sucia y lo vacié encima.  Teníamos toda mi ropa encima de la cama para escoger, ropa limpia y ropa sucia, toda menos la que habíamos tenido puesta que estaba aparte para poder vestirnos después. A parte de eso, toda. Y la vejiga nos apretaba a las dos.

La fuimos mirando poco a poco: braguitas blancas y braguitas negras con encaje, unas bragas rosas, pantalones vaqueros, una falda de pana,... mucha ropa distinta, vamos.

Marta se puso una de mis braguitas blancas con una mariposa bordada y yo unos vaqueros, sin nada debajo. Tenía muchísimas muchísimas ganas de mear. Y quería hacérmelo encima mientras Marta me miraba. ¡Y no me salía! apretaba y apretaba y nada. Tuve que ponerme en cluclillas en medio de la habitación e imaginarme que estaba en el baño y al final conseguí mearme. Marta me miraba y se frotaba el coño.

Luego se meó ella y consiguió hacerlo de pie. Era precioso cómo se le mojaban las bragas y le corría la meada por las piernas hasta los pies y hacía un charquito en el suelo. Le quité las bragas y luego ella me fue a quitar los pantalones y cuando me los habia bajado por los tobillos le dije:

(v)-Espera, que hay más.

Meé más y ella miraba salir el pis con la cara a la altura de mi coño. Metió la cabeza entre mis muslos con la cara hacia abajo y se frotó contra mí mientras le meaba en el pelo. Y nos fuimos a la cama, desnudas y meadas, a comernos los coños.

Después de follar nos quedamos diez minutos tumbadas boca arriba en la cama y nos pusimos a beber agua. Porque teníamos sed después de hacer deporte, y porque todavía nos quedaba ropa que mear.

Nos vestimos enteras. Bragas, sujetador, pantalón y blusa. Nos quedamos de pie en medio de la habitación, con las piernas separadas. Abracé a Marta por la espalda, le agarré las tetas y le dije:

(v)- ¿Eres mi putita cochina?
(m)-Sí, soy tu putita cochina, Vero. Tu puta puta cerda.
(v)-Pues quítate la blusa y el sujetador, nena.

Se los quitó y los tiró al suelo, entre sus pies. Le acaricié las tetas, se las agarré con fuerza, jugueteé un poco con ellas y empecé a pellizcarle y a retorcerle los pezones. Marta me agarraba el culo con las dos manos y me apretaba contra ella.

Empecé a mear yo primero, y mojé mis piernas y las suyas. Ella meó con las piernas muy muy abiertas y caía todo a través del pantalón mojado encima de la blusa y el sujetador que estaban en el suelo. Y mientras, yo le retorcía los pezones y me frotaba contra su culo.

Después de mearnos, me tumbé en el suelo boca abajo, vestida como estaba, me froté las tetas contra el suelo meado, me giré sobre la espalda, miré a Marta, que me sonreía de pie a mi lado, y le tiré un beso mientras me llevaba la mano al coño.

Mientras yo me masturbaba, ella cogió el sujetador mojado del suelo y se lo puso. Luego se inclicó y me frotó las tetas por la cara. Se puso también la blusa, y se quitó los pantalones y las bragas. Estaba preciosa delante de mí con el culo al aire. Cogió las bragas con una mano y las dejó caer en mi cara.

Me estaba masturbando tumbada boca arriba en el suelo con las bragas meadas de Marta en la cara. Espera, voy a repetirlo: me estaba masturbando tumbada en el suelo y tenía en la cara las bragas que Marta acababa de mear. Bragas meadas Marta cara. Saqué la lengua y me puse a jadear como una perra.

Marta colocó las bragas de forma que mi boca asomaba, se puso en cluclillas encima de mi cara, me puso el chocho en la boca y dijo:

(m)- Eres una puta, vero.
(v)-Sí.
(m)-Una puta perra.

Yo jadeaba como una perra.

(m)-¿Eres mi perra, Vero?
(v)-Sí. Soy tu puta perra.
(m)-Pues lame, perra.

Y así se nos fue la tarde ;)

miércoles, 15 de enero de 2014

Primera entrada

*I

¡Hola a todos! Me llamo Verónica, y voy a contaros la tarde de ayer con mi amiga Marta (¡Hola marta! :)).

Habíamos quedado para tomar unas cervezas en el Bora-Bora, que está como a medio camino entre su casa y la mía. Yo iba con una falda blanca un poco por encima de la rodilla, una camisa azul claro, unas braguitas lilas y, para estar más cómoda, sin sujetador. Llegué primero y la esperé sentada en la barra. Al poco aparece ella con sus vaqueros ajustados y su camisa blanca algo abierta, pedimos y charlamos durante una hora. La imagen la tenéis ya y lo que hablamos eran cosas de tías que total no os importan, a lo que vamos:
    
     Cuando íbamos por la mitad de la tercera cerveza, y no había nadie en la zona de la entrada donde estábamos nosotras, sólo las tres mesas del fondo estaban ocupadas, Marta se me acerca un poco, me pone la mano en la cadera, toma un trago de cerveza, me mira a los ojos de cerca y ... ¡eructa! Era la primera vez que hacía algo así, me quitó la mano de la cadera y nos echamos a reír las dos. Luego dijo:

(m)-No sabes cómo me ha gustado hacer eso.

Sonreí, miré al techo, miré al frente, la miré a ella, sonreí más... no sabía qué decir, joder, estábamos un poco borrachas y mi amiga me acababa de eructar en la cara, todavía sentía en mi piel el aire caliente que había salido de su boca y hasta algunas gotitas de saliva o cerveza o lo que fuera. Y es que me gustaba. Le respondí:

(v)-Venga, ¡ahora yo!

Tomé un trago de cerveza y ella echó la cara hacia delante, sonriendo, tragué la cerveza y... ¡pum! jajaja. Nos echamos a reír, esta vez con más fuerza. Y, bueno, decidimos tomarnos la cuarta en mi casa. ;)



*II


     Cuando salimos a la calle lo primero que hicimos fue reírnos. Mucho. Las dos. Y dije yo:


(v)-Casi me meo, joder. Vamos a mi casa, entonces, ¿no?
(m)-Vamos, vamos.

Y echamos a andar y tal, de esto que le pregunto:

(v)-Y dime tú.. ¿qué te apetece hacer cuando estemos en mi casa?
(m)-Pues.. si volvemos a hacer lo que hicimos en el bar, yo encantada. Y ya puestas, ver cómo te meas de verdad sería un puntazo.

Joder, se me aceleraba el pulso, es difícil de explicar.

(v)-Guay.

Dije sonriendo mientras le ponía una mano en la espalda, a la altura de los riñones, por debajo de la camisa, y la iba acariciando poco a poco hacia abajo, la metía en su pantalón, y así, sonriendo y con mi dedo corazón jugueteando en su ano, caminamos hasta mi piso.



*III


            La verdad es que cuando llegamos a mi piso era tarde, no habíamos cenado, y teníamos hambre. Nos quitamos los zapatos, nos pusimos zapatillas de andar por casa y fuimos derechas a la nevera.

Si estáis esperando que encuentre un bote de nata montada y se me ocurra qué sé yo, podéis olvidaros. Encontré huevos. Y un tupper con arroz. Y un brick de tomate. Fui friendo cuatro huevos y Marta cortó el pan y abrió unas cervezas y cuando los huevos estuvieron fritos los saqué a un plato grande y calenté el arroz y el tomate todo junto en la sartén.

(v)-Martita guapa, ¿te parece si cenamos en el sofá? Puedes sentarte ya si quieres, voy enseguida.

Saqué el arroz con tomate al plato de los huevos, coloqué los trozos de pan encima, y fui caminando, canturreando y dejando bailar mis caderas hacia el sofá donde Marta me esperaba tumbada, dejé el plato en la mesa, me abrí la camisa, cogí una de las  botellas de cerveza que ella había dejado encima de la mesa, tomé un trago y, bueno, trago igual no es la palabra porque no tragué nada, dejé la cerveza en la boca, junté los labios en una pequeña “o”, me incliné sobre ella poco a poco, balanceando las tetas, le levanté un poco la camisa y... solté primero un pequeño chorro de cerveza en su ombligo, que ella se restregó con la mano por toda esa barriguita plana suya. Con el resto de la cerveza en la boca, me coloqué encima de ella en el sofá, acerqué mi cara a la suya mientras ella sonreía y murmuraba...

(m)-másporfavormás...

y dejé correr la cerveza poco a poco por mi barbilla, cayendo sobre su cara mientras ella cerraba los ojos, sacaba la lengua y se relamía. Ya no estábamos en el bar, no había nadie más aquí, no hacía falta ser discretas: abrí la boca como un hipopótamo, la acerqué a un centímetro de su cara y eructé. Le lamí la nariz, sonreí, y me senté a su lado.

Seguíamos con hambre. Le desabroché todos los botones de la camisa, y le miré las tetas. Cogí una en cada mano y se las apreté bien fuerte. Luego puse un huevo frito sobre su teta izquierda, un huevo frito sobre su teta derecha, un montón de arroz con tomate en el canalillo... uhuh!! Empiezo a morder un trozo de clara y me dice:

(m)- Mastica con la boca abierta, porfa.

Pienso “joder, qué guarra. Pero, joder, ¡qué guarra!” y se me hacía el coño agua. Al masticar, caían granos de arroz de mi boca que se juntaban con el resto o se quedaban encima de los huevos. Bajé otra vez la cabeza para coger más arroz, y para morder otro trozo de huevo, y al romper la yema me manché los labios, la barbilla y hasta la punta de la nariz. Mientras yo seguía cogiendo la comida con los labios directamente de sus tetas y masticándola con la boca abierta, ella me agarraba las nalgas con las dos manos, clavándome los dedos, y miraba mi boca: la comida convirtiéndose en una masa, los granos de arroz cayendo, la yema y la saliva que corrían de mi labio inferior a mi barbilla.

     Soltó una de mis nalgas y con un dedo empezó a acariciarme el ano. Le dije:

(v)- No hagas eso.

Mientras le agarraba la muñeca.

(v)- Haz mejor esto.

Y metí su dedo en mi culo con tanta fuerza que me dolió durante dos días. Pero joder si valió la pena ;).

Y seguí comiendo mientras ella me metía y me sacaba el dedo del culo hasta que me acabé mis dos huevos. Era hora de que comiera ella :).

     Se incorporó un poco contra el brazo del sofá, cogí un poco de arroz en la mano y se lo acerqué a la boca. Hizo “¡Flup!¡plop!¡flup!” y lo fue sorbiendo todo poco a poco, lo masticó y ¡lo volvió a escupir en mi mano! Después abrió la boca, pegó los labios a mi mano, y la cerró cogiéndolo todo de una vez. Lo volvió a masticar y otra vez a echarlo en mi mano. Me estaba calentando tanto que, con la otra mano, me metí tres dedos por el coño.

     Seguimos así: las dos con la camisa abierta, ella tumbada en el sofá y yo encima. Las dos manchadas de tomate, granos de arroz y yema, ella en las tetas y yo en los morros y la nariz. Su dedo seguía bien dentro de mi culo y lo movía en círculos, mientras yo con una mano me masturbaba y con la otra le llevaba arroz y huevo a la boca. Ella cogía en la boca lo que yo le acercaba, lo masticaba, lo escupía en mi mano, lo volvía a coger en la boca y lo tragaba. Y así hasta que se acabó el plato.

     Dije:

(v)- Tengo la cara sucia, mmmh...
(m)- voy a tener que limpiarte, ¡ven acá!

Y empezó a lamerme la nariz y los morros con la punta de la lengua, a lametones cortos. Nos besamos con lengua y empecé a lamerle las tetas para limpiarla a ella, luego la barriga, y luego... le bajé los pantalones por la rodilla, le cogí las bragas con los dientes y se las bajé por la mitad del muslo.

(v)- Soy tu puta cerda esclava y te voy a comer el chocho hasta que te corras y me voy a beber todos los liquiditos que te salgan de ahí porque para eso soy tu perra.

Ella sonreía y respirábamos cada vez más rápido.

(v) Sólo dime: “chupa, puta, chupa”. Dímelo, porfa, dímelo...

 Le comí el coño durante unos veinte minutos, hasta que se corrió. Y mientras, ella me sujetaba fuerte por la nuca y decía sin parar:

(m)-Chupa, puta, chupa. Chupa, puta...puta,¡puta! cómemelo puta...

Era la primera vez que comía un coño: los... liquiditos que salían tenían una consistencia como de moco y un sabor... como ácido y dulce a la vez, que me encantaba. Sorbía y sorbía sin parar.

     Nos quedamos sentadas en el sofá, con cara de felicidad. Nos habíamos divertido como nunca y estábamos cansadas.

     Nos duchamos juntas y, mientras le enjabonaba el coño, me acordé de lo que me había dicho en la calle. Le pasé la mano por los hombros, la apreté fuerte contra mí, me puse de puntillas para pegar mi coño a su ombligo...

(m)-¿qué?
(v)-Espera...

Me costó un poco. Me costó porque desde que era un bebé nunca lo había hecho delante de otra persona y nunca lo había hecho de pie, pero Marta esperó apretada contra mí hasta que, por fin, me meé. Después se puso de rodillas en la bañera para lamerme el pis de las ingles, y mientras me lamía se meó ella también. Terminamos de ducharnos, nos lavamos los dientes, y nos metimos en la cama a dormir.

martes, 14 de enero de 2014

Vrnk(uh!)*I


¡Hola a todos! Me llamo Verónica, y voy a contaros la tarde de ayer con mi amiga Marta (¡Hola marta! :)).

Habíamos quedado para tomar unas cervezas en el Bora-Bora, que está como a medio camino entre su casa y la mía. Yo iba con una falda blanca un poco por encima de la rodilla, una camisa azul claro, unas braguitas lilas y, para estar más cómoda, sin sujetador. Llegué primero y la esperé sentada en la barra. Al poco aparece ella con sus vaqueros ajustados y su camisa blanca algo abierta, pedimos y charlamos durante una hora. La imagen la tenéis ya y lo que hablamos eran cosas de tías que total no os importan, a lo que vamos:
    
     Cuando íbamos por la mitad de la tercera cerveza, y no había nadie en la zona de la entrada donde estábamos nosotras, sólo las tres mesas del fondo estaban ocupadas, Marta se me acerca un poco, me pone la mano en la cadera, toma un trago de cerveza, me mira a los ojos de cerca y ... ¡eructa! Era la primera vez que hacía algo así, me quitó la mano de la cadera y nos echamos a reír las dos. Luego dijo:

(m)-No sabes cómo me ha gustado hacer eso.

Sonreí, miré al techo, miré al frente, la miré a ella, sonreí más... no sabía qué decir, joder, estábamos un poco borrachas y mi amiga me acababa de eructar en la cara, todavía sentía en mi piel el aire caliente que había salido de su boca y hasta algunas gotitas de saliva o cerveza o lo que fuera. Y es que me gustaba. Le respondí:

(v)-Venga, ¡ahora yo!

Tomé un trago de cerveza y ella echó la cara hacia delante, sonriendo, tragué la cerveza y... ¡pum! jajaja. Nos echamos a reír, esta vez con más fuerza. Y, bueno, decidimos tomarnos la cuarta en mi casa. ;)